lunes, 21 de mayo de 2012

Somos "Nosotros" México y basta



Por Ángel Damián de Salinas


Una de las diferencias esenciales entre NOSOTROS y ellos, los siempre dogmáticos, se refiere a la construcción de lo nuestro; a la consideración del otro como parte nuestra y, por lo tanto, a la capacidad de nosotros para recrear y recrearnos en el campo de este nuestro presente, de forma constante, son necios los que se dirigen como diferentes, frente al desprecio olímpico que ellos nos profesan.

Tal vez haya muchos idiotas pero nosotros nunca nos dirigimos a ellos, simplemente no los consideramos. Se niegan, es posible que de un modo muy ingenuo, utópico, a tratarnos como tales; no sueltan propuestas, no disparan consignas, ni frases grandilocuentes, solo pueriles y siempre vacías, buscan argumentos, tratan de convencer y, en ese mismo gesto, va implícita la valoración de la inteligencia del otro, al que se dirigen buscando siempre persuadir y demostrar la fuerza bruta de sus razones.

El reto es siempre responder a la consigna con el trabajado argumento, de ser diferentes, ahora no es suficiente ser nuevo, ni esa vieja charada de la doctrina con el diálogo.

Frente a la propaganda de ellos, su grandilocuencia boba, torpe, aparece el discurso de las perdidas y los números. Por todo ello el “nosotros” es, en esencia, patrimonio de este nuestro presente, de un presente no dogmático, acostumbrado e impuesto de raíz, con la fría duda, de la gran sospecha, de todo aquello que caracteriza la mentira y, particularmente, la crítica y muchas veces por ello, visceral, discutidora y débil.
Construir así una alternativa real, es estéril, el gran desprecio de ellos muestran por la inteligencia y, particularmente, por buscarla ahí adonde se dirigen, el para ellos siempre improbable cerebro de los otros, es el reto hoy, de nosotros, que además ha de ser valientes hemos de ser congruentes. A ellos, hoy les falta no sólo convicción sino sobre todo coraje, coraje para defender una clara alternativa y hacerlo hasta el final, incluso a riesgo de perder sucesivas convocatorias electorales. Coraje que devolvería a ellos una coherencia y un papel protagónico de modo tal que, el día de su vuelta, las posibilidades electorales de un retorno de ellos al gobierno serían ya prácticamente nulas. Habríamos conseguido al fin que se marginasen; que, poco a poco, se transformasen en una mala anécdota.

En este sentido, México, con el hundimiento de ideas, ellos y nosotros, y el real triunfo de todos, es hoy un ejemplo a seguir y a seguir de forma manifiesta. Hoy habremos de reconocerlo, somos una de las poblaciones cada vez más ignorantes del mundo, deberíamos estar ya organizándonos para apoyar de forma activa a todos ante su nueva convocatoria electoral. Si no asistimos ante un llamado que mira el futuro, otro error de Estado, perdemos mucho en México dentro de un mes. Compensar con nuestro apoyo la mala acción, la amenaza y el chantaje permanente que los electores mexicanos, vamos a sufrir desde donde sea y, particularmente, desde nuestra familia y, mientras no se demuestre lo contrario, cosa que siguiendo la tradición muy a la mexicana, me temo no se va a llegar a nada, porque es también desde nosotros y ellos, reconocer firmemente, que debería unirnos de forma decidida. Es el momento de remontar la duda, es el momento de acabar con esta forma de ser de México, de tiranos y delincuentes, es el momento de hacer, de una vez por todas, política real y democracia.

Decía mi padre, un pensador sin estudios, la acción de la democracia que transforma, no está en el gobierno que permite definir al pueblo, ni se encuentra en las calles de la sociedad detenida por el poder de los políticos. La acción institucional democrática es la acción que sin freno creamos nosotros, todos en la vida cotidiana y es nuestro patrimonio y nuestro presente. Y hablando aún de la democracia no es ella el resultado de ninguna necesidad histórica, ni es portadora de nada, la democracia somos nosotros y la constancia de nuestros enjuiciados actos. Y culminaba su argumentación diciendo que la cuestión tiene pues de donde suscitar miedo, luego odio, en aquellos que están habituados a ejercer el control del pensamiento. Pero entre aquellos que saben compartir con cualquiera el poder igual de la inteligencia, ella puede por el contrario ser la nueva raíz de todos nosotros.

Por todo lo anterior, es obvio que la acción debe ser parte estructurante de nosotros y a la vez que labor de todos que, en lugar de rechazar habremos de contribuir, de forma decidida, el futuro de una nación que termine por despreciar los enfrentamientos obsoletos de unos y otros.

Porque no somos ni priistas, ni panistas, ni perredistas ¡somos nosotros, México y basta!.

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