El más antiguo del que se tiene memoria viene desde el norte de Europa en la época de los vikingos, en el que 12 dioses fueron invitados a cenar, excluyendo al dios de las tinieblas.
Éste, enfurecido por el desdén, ocasionaría la muerte de la diosa de la belleza, sumergiendo al mundo en una terrible oscuridad.
Después la iglesia cristiana le dio un origen que tiene que ver con el pasaje bíblico de la última cena de Jesús antes de ser crucificado, donde el apóstol Judas, el mismo que traicionó a Cristo era el invitado número 13.
Muchos años después, durante la época medieval, se temía al número 13 porque se tenía la idea de que en las reuniones de brujas el décimo tercer invitado correspondía a satanás.
En el caso de los estudiosos de la numerología, la mala fortuna del número 13 se atribuye a que es sucesor de un número completo: el 12, presente en los 12 meses del año, 12 apóstoles de Jesús y los ciclos del día y noche que cada uno dura 12 horas.
El cine durante varios años le dio fuerza a que el Viernes 13 era de mala suerte al filmar películas de terror con ese nombre. Incluso, tal es el rechazo que en la actualidad algunos hoteles, elevadores y puertas de abordaje en aeropuertos evitan el número.
Redacción
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